26 junio 2010

SARAMAGO


Todavía sigo "digeriendo" la muerte de mi escritor preferido.  Una morriña me invade cada vez que me pongo a escribir una entrada en este blog...y tengo que dejarlo para más tarde...pero de esta vez la termino, entre lágrimas y congoja, la termino.
Se ha muerto José Saramago y nos quedamos huérfanos, nuevamente, de buena literatura y de sabios pensamientos.
Para mi, este señor hace parte de mi vida. Es la pluma más edificante, inteligente y bonita que he leído jamás.
Mi "caso" con Saramago remonta a mis veinte y poquísimos años, cuando me deparé con su Evangelio según Jesucristo (se lo debo a mi primo Márcio), y desde entonces no paré de leerlo hasta Caín, volviendo hacia tras, leyendo casi todo lo que me había perdido: Manual de pintura y caligrafía, Levantado del suelo, Memorial del convento, El año de la muerte de Ricardo Reis, La balsa de piedra, Historia del Cerco de Lisboa.
Mientras leía la noticia de su muerte, me vino a la cabeza su frase "Pienso que todos estamos ciegos; somos ciegos que pueden ver, pero que no miran", y lloré de "saudade" por todos los momentos de felicidad y descubrimiento al leer sus libros.
Cada vez que se muere un(a) escritor(a), una parte de nuestros sueños se desvanecen, y quizás tenga razón Fernando Meirelles cuando opina que "el mundo se ha quedado más ignorante y más ciego sin Saramago".
El año pasado Saramago dijo: "Tengo 86 años y poca vida por vivir, pero la usaré para ensanchar la acción pública de mi obra...Yo no escribo para agradar, tampoco para desagradar; yo escribo para desasosegar", por lo menos, conmigo, lo ha conseguido con cada uno de sus libros y con cada uno de sus ensayos o simplemente con una de sus tertulias.
Os animo a leer toda su obra. Empezad con esta: